viernes, diciembre 20, 2013

A quien corresponda...

El doceavo mes siempre ha tenido un peculiar encanto, no solo porque nos da tiempo (o es cuando nos queremos dar tiempo) de reflexionar en todo lo que ha pasado de “cerrar” los compromisos que nos planteamos al inicio de año y de proponer todo lo que queremos que suceda en el futuro (año) próximo… escuchaba en la radio que en estos días actuamos como si todo se fuera a acabar en unos días, tratamos de resolver todos los pendientes, en algunos casos olvidarnos de todo, y si todos como que hacemos del merecido Gran Final, el mejor Reinicio…

Porque afrontémoslo todo tienen un plazo perentorio, no hay cosas que en nuestra realidad actual puedan durar para siempre, quizá algunas ideas pero hasta esas en algún punto dan paso a unas nuevas, el gran problema que veo justo ahora, con algunas alusiones en particular, es que a veces actuamos justo como si todo fuera a durar para siempre y en particular este doceavo mes me ha enseñado que no es así…
El onceavo mes que pasó con toda la pena y la gloria posibles, que cambió todas las cosas y casi hizo un Caos del Tiempo y la Vida misma, que me dio un gran regalo que acaricio con su cálido frío mi tez y mi esencia, al final paso, a darle a un frío menos benevolente el timón a un Diciembre que siempre fiel a su estilo le pondrá punto final a los sueños, ilusiones, metas y asuntos inacabados varios (algo así como misterios sin resolver) que todo un año, o una parte de este, nos han acompañado… y hecho reír o llorar, o correr sin sentido o detenernos para volver a empezar…

Hablemos de las oportunidades, estas son únicas y singulares, es decir, solo se presentan una vez con todas sus condiciones y plazos, algunas permanecen más que otras, algunas se esfuman al amanecer… a veces no te das cuenta de que cada paso que das es una oportunidad para cambiar todo, o para dejar todo igual, y te contaré una historia que es tuya y es mía y que tiene un final tan bizarro que no puedo decir que sea feliz o triste…

Te encontré, después de soñar contigo, después de que dijeras “caminas muy rápido”, después de un par de años perdidos… y sin querer, con toda la voluntad de mi corazón, te entregué las llaves de mi corazón… de forma ruda… en forma de una historia antigua que se repetía… en ofrecerte tres cosas que te habrían dejado mi vida en tus manos… mi dulce noviembre…
Y decidiste irte… porque nuestros caminos se separaban inexorablemente, porque todas nuestras circunstancias no nos habrían podido liberar, porque éramos tan jóvenes y el amor era un juego tan fácil y tan difícil de jugar… porque inventamos un juego imposible, jugamos con fuego, porque había (y sigue habiendo) alguien más, porque aunque el juego nunca termine la distancia también nos alcanzó… porque esperabas aferrándote a una ilusión, a un sueño imposible, que te devolvieran el amor que ya te estaba ofreciendo, porque perdiste en esos ojos que no brillaban más para ti todo lo que alguien más si podía apreciar…


Ahora solo tú, solo con el Gran Final delante de ti, hasta te ufanas en decir que tengo suerte de que las cosas puedan suceder entre nosotros… cuando rechazaste la única oportunidad, que una helada noche de Diciembre, entre lágrimas y sonrisas, al fin llegó a su fin… porque juzgaste mal al Tiempo y créeme que este nunca dejo de pasar…