Y pase una eternidad simple
observando y midiendo las opciones y en un pequeño arrebato de avaricia casi
quise robar el universo, como si fuera tan solo con un guiño… como si en un
delicado crepúsculo lo pudiera arrebatar de su lugar hasta situarlo a mi lado…
Lo pensé mejor después de mirar
mis ojos en ese reflejo ingrato, sopesando de nuevo el tamaño del universo en
mi mano consensuando su delicada esencia casi infinita… pero vi el resplandor
del sol y su brillo peculiar y hasta extendí mis brazos a él para arrebatárselo
al cielo sin ningún miramiento, pero sería vano pues aun mi reflejo
desaparecería junto a tanta luz…
No quise la Luna, lagrima
plateada sobre el estanque negro de la noche, juntando su sublime resplandor
poco a poco en mi mirada, concentrando poco a poco ese beso delicado de su frío
fulgor… entre la inmensidad del universo… el brillo incomparable del sol… o la
fría luz de la Luna, lo único que quiero robar es tu mirada…
Me pierdo sin querer en la
inmensidad de tus ojos, sin poder entender que fuerza me atrae hacia ellos…
como acaso cuando intente arrebatar el universo apareció tu faz y sin esperarlo
si quiera desistí de tener el universo por encontrar en tus ojos algo mas
grande aún…
Sin pensarlo si quiera no quise
la luz del sol ni siquiera en mi espejo, por qué el único reflejo que quiero es
verme en tus ojos cuando te ves en los míos, cuando se ilumina mi rostro con tu
cálido resplandor… extender tan solo mis brazos hacia ti hasta fundirnos en un
resplandor etéreo que no seas tú ni yo… los dos…
Únicas lágrimas plateadas que se
pierden en el negro resplandor de tu cabello, cuando te recuestas en mi pecho
que te cuentan de toda la felicidad líquida que se escapa de mi rostro, hasta
convertirse en gotas de deseo que rodaran en tus hombros que te dirán que no
necesito el universo o el sol o la pálida luz de la luna si tan solo me puedo
robar tu mirada…