Había una vez un par de jóvenes emprendedores que querían tener una oficina en un edificio corporativo, tener muchos clientes que fueran rentables y que estuvieran en otros países, tener varios empleados y que su producto fuera muy exitoso en el mercado.
Tantos eran sus sueños y su motivación para hacerlos realidad, que trabajaron muy arduamente, levantaron capital no sin antes encontrarse con muchos que no creyeron en el proyecto, buscaron incansablemente donde estaría su oficina, encontrando la mejor ubicación al mejor costo y antes de lo pensado ya tenían más clientes de los que habían previsto, grandes empleados, su empresa legalmente constituida y clientes internacionales alabando su producto.
El problema cuando los sueños se vuelven realidad y cuando el éxito se hace presente de manera tan clara es que puede ser que no sepas que más vas a hacer a continuación. Te puedes dormir en los laureles del éxito, comenzar simplemente a administrar lo que tienes, bajarle el ritmo, caer en la rutina. Es el verdadero reto, no solo lograr cosas grandes, sino mantenerlas e ir por más.
Además tener éxito viene con implicaciones muy interesantes, pagar precios que en niveles "normales" no se tienen que pagar, el costo de los errores crece bastante y ahora tienes mucho que perder. El reto del éxito puede ser que no estés del todo preparado para tenerlo, como dice uno de mis grandes mentores, el éxito no se gana, es algo que se renta día a día.
¿Qué sigue para estos emprendedores, ahora empresarios? Seguir creciendo, perfeccionando su arte y sus procesos, desaprender muchas cosas que ahora ya no son útiles y estar humildemente dispuestos a aprender, cambiar, transformarse, seguir soñando en grande y trabajar todos los días para hacer de su entorno un lugar mejor.
El verdadero reto del éxito es, a pesar de ya tenerlo, mantenerlo día a día.
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