Todo empezó con una foto, de esas que te roban el aliento, algo tan lindo como fuera de este mundo, que te hace recordar que hay cosas sumamente bellas, solo hay que detenerse a mirar... después un mensaje, como tantos pero como ninguno, porque la inspiración ya estaba puesta y solo era cuestión de dejarse llevar.
Esos mensajes siempre encuentran respuesta, inesperada, si siempre, porque a veces parecería la suerte o la fortuna la que hace que las secuencias de eventos se den, tener mensajes de vuelta, de seres tan especiales, que tienen tanto brillo y luz y que transmiten más allá de las imágenes una calidez y ternura que es difícil de plasmar en palabras.
Aunque simplemente nacen, vienen de lugares especiales, de esos adentros que se agitan ante la belleza inmensurable, ante expresiones tan lindas que no tienen comparación, ante el trazo impecable del artista preciso y que aún ni en la imaginación podría haber creado algo tan lindo, y ahí están esas y estas palabras, que tampoco alcanzan a transmitir lo que transmite tu esencia.
Y vino después otra foto, distinta, quizá menos elaborada, con ese sello de la autenticidad... y en mi mundo relativo sigue habiendo demasiada belleza, la mirada fija, la expresión desanimada, quizá triste, las líneas rectas, la cabeza recostada en la mano... sin embargo, lo que más atrapó mi atención fue la mirada que inspiró el título de este post dedicado con un sentido especial, que busca su significado a través...
Te podría decir tantas cosas, podría destilar cientos de palabras de lo poco que he visto, de lo que hemos hablado, podría plasmar mucho más pero mejor poco a poco, como gotas que caen y en cada sonido susurran una faceta tuya, tan inmensa, tan única, tan inspiradora.
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