Y no es solo porque se acaba de lanzar uno de los mejores cafés que ha visto la humanidad (no te pierdas el detalle aquí), sino porque definitivamente ha sido un mes bastante peculiar. Siempre es uno de esos meses lleno de recuerdo de fechas importantes por conmemorar y de eventos que dejan huella en la vida.
Por supuesto que no puedo dejar de mencionar que hace 22 años (no comiencen a hacer cuentas) recibí mi primer beso, y fue contra mi voluntad y en un abrir y cerrar de ojos cambió mi mundo y me enseñó muchas cosas acerca de la adolescencia y de uno de los capítulos mas terrible y grandioso de mi vida.
Creo que fue a partir de entonces que comencé a escribir mucho más apasionadamente, que me volví aún más intenso, que comencé a experimentar muchas cosas nuevas y a tener una experiencia de vida más enriquecedora, claro junto con todo el drama que a esas edades (y algunos lo prolongan toda su existencia, no yo no que quede claro) se tiene.
Serían innumerables los momentos que podría contar de todos los noviembres (y los 17s y los 19s o los 29s, 23s, 4s y tantos días de este peculiar mes) que marcaron un antes y un después en mi vida. Es interesante el ritual que todos los 31 de Octubre hago, como un reinicio, un año nuevo dentro de un año porque Noviembre siempre me sorprende, siempre me da cosas, me quita cosas, y me da más historias por contar.
Muchas de las cuales quizá nunca te contaré por aquí, pero siempre podrán ser la charla de una cena o una comida que compartamos juntos, o una taza de té en ese lugar ten emblemático. Esos viajes a Brasil, conocer tantas personas tan extraordinarias, poder aprender cosas sumamente valiosas, enseñanzas de mentores, momentos de paz y tranquilidad.
Nuevos destellos de esa luz cálida y fría al mismo tiempo, recordar para siempre el nombre del sueño, de los sueños misteriosos, de los encuentros fatales, de los abandonos y de los reencuentros, todos los nodos y todos los hilos de mi Dulce Noviembre...
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