Debido a la gran cantidad de objetos que la sociedad dispone que podríamos obtener, de las experiencias exclusivas, viviendas fastuosas y detalles exquisitos a costos irreales, llegamos a creer que eso de tener un gran estilo de vida está solo reservado para quienes pueden pagarlo.
La realidad es que todos podemos disfrutar de un gran estilo de vida si nos decidimos a experimentarlo de esa manera. La felicidad y el contento no son cosas que se llegan a obtener sino decisiones que tomamos desde el punto en que nos encontramos, así que si no practicamos el arte de ser felices todos los días, cuando tengamos una vida de lujo tampoco lo vamos a hacer.
La plenitud reside no en la cuantía de las cosas que tenemos sino en hacer las pequeñas cosas del día a día de manera extraordinaria. Si cada pequeña acción la disfrutamos al máximo no importará el precio de la ropa que traemos puesta, o de los platillos que comemos o el número de habitaciones de donde vivimos. Podemos extraer de todo lo que hagamos y de cada momento la dosis de felicidad diaria que nos merecemos.
Una vez desayunando con mi equipo de conferencistas, una de ellas me dijo: "me encanta verte comer, disfrutas cada bocado, se ve que te hace super feliz". No tenía nada que ver con el nivel del restaurante o si era el platillo más caro, tenía que ver con la actitud que lo hago y eso no se puede comprar. Decide ahora que todo lo que harás tendrá ese estilo de vida que quieres, eso es sofisticación.
Una vida de alta sofisticación depende de ti, ¿te atreves a vivirla?
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