Pensaba en la labor como mentor y coach que hago, ambas se complementan, sin embargo, el poder ser coach es bastante enriquecedor porque se basa mucho más que en lo que puedo enseñar sino en lo que pregunto. Porque de las preguntas surgen ideas que resuelven problemas, que expanden la visión y además proveen claridad a los coachees.
Y al mismo tiempo que ellos aprenden yo también aprendo, quizá mucho más. También lo interesante es que de cierta forma me puedo coachear a mí mismo. Tenía ciertas emociones que no me gustan hace unas horas y antes de reaccionar o de comenzar a hablar para desahogarme, comencé a preguntarme ¿por qué esas emociones están ahí? ¿Qué me provocan? ¿Cuándo comienzo a desahogarme que transmiten mis palabras? El resultado fue más que revelador.
Todas las respuestas estaban ahí de cosas que no había querido ver, de situaciones de tiempos pasados que dejaron una huella en mi ser y que se estaban expresando como emociones que solo dejaba fluir o externaba ya fuera escribiendo o hablando de ellas, sin demasiada reflexión (y claro después del midfulness sin racionalizarlas tampoco).
Solo tenía que hacer las preguntas adecuadas y me dí cuenta de que ya tenía las respuestas, no quiere decir que mejoraré de forma instantánea o que ciertos comportamientos cambiarán de la noche a la mañana, ahora soy más consciente, puedo conocerme mejor, puedo tener el valor de ver hacía mi interior y construir a partir del autoconocimiento un mejor futuro para mí y para las personas que me rodean.
Así que cuando te sientas raro o incomodo, frustrado, enojado, triste, solo pregúntate, porque seguro dentro de ti puedes encontrar todas las respuestas...
P.D. Hoy hablé acerca de la acción que te da felicidad instantánea, escúchalo aquí
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