Hay quienes opinan que el Domingo es el primer día de la semana y otros que opinan que es el último, al final de cuentas sea un fin o un inicio siempre puede ser un día especial.
Ese café por la mañana que definitivamente nos sentó tan bien en una mañana fría, un día con muchas cosas por descubrir, porque todo lo inesperado que tuvo simplemente nos pudo dejar sin aliento. Traslados y hermosas vistas, esos puntos centrales que nunca se podrán evitar, y donde inevitablemente terminamos siempre.
Poder ir de compras, de explorar la versatilidad de gustos y estilos, tantos factores a considerar, los colores, las formas y toda la perspectiva que ofrecen los cambios de circunstancias, y la frase del día: "si hubiera venido a buscar playeras hubiera tenido muchas mejores opciones".
Compartir una bebida fría en una tarde calurosa, con invitados espontáneos, historias de viajes, de vidas, de uniones que de pronto suceden quizá sin sentido o quizá con todo el sentido del mundo, charlas interesantes que sin duda amenazan con repetirse con cierta frecuencia.
Intercambio de mensajes en múltiples direcciones, en expectativas insatisfechas, desfases temporales, datos no solicitados y todo desde el mismo lugar, con la misma pose, esta vez sin foto de ese reflejo que parece atemporal que es tan mío y que al mismo tiempo no se puede describir.
Reuniones aplazadas, que dejan tan buen sabor de boca, intercambio de experiencias sensacionales, fruto de la intensidad y la constancia. Nuevas aventuras y metas por lograr, aliados que llegan en el momento exacto, preguntas resueltas y esperanzas de un futuro brillante por iniciar.
Esa deliciosa cena para uno, aunque estaban a mi lado esos dos seres que son puro amor. Este día que deja tan buen sabor de boca, que ojalá no fuera a terminar, días especiales para atesorar.
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